Mirador Ambiental

Estamos finalizando el 2025, el primer cuarto de siglo del siglo XXI. Los finales de un período siempre obligan a reflexiones críticas sobre la actividad humana y casi siempre estas valoraciones están determinadas por una preocupación existencial. La humanidad tenemos la curiosidad, también casi siempre, de saber si vamos por el camino correcto y si estamos haciendo lo conveniente para conseguir resultados que le den sentido y satisfacción a nuestro actuar.

Solemos revisar desde las cosas más elementales que definen nuestro existir: el hogar, el trabajo, los estudios, la salud, los ingresos, la recreación, la espiritualidad. Y más allá de lo inmediato revisamos al gobierno: los resultados de sus medidas económicas, la tendencia de la seguridad-inseguridad, su comportamiento ético, la eficacia para resolver los asuntos públicos, la empatía con los gobernados.

En todos los casos tratamos de hacer esta revisión ya sea con categorías empíricas, lo que está al alcance de nuestros sentidos o bien tomando algunas categorías construidas por quienes hacen estudios de estos fenómenos desde la academia.

Lo que resulta de estas valoraciones cíclicas, en muchas ocasiones se convierten en puntos de referencia para darle dirección a los esfuerzos que se harán en el futuro inmediato. Lo menos que se busca es el estancamiento o peor aún el retroceso.

Por más oscuro que sea el panorama, el ser humano siempre se orientará por el sentido positivo de lo mejor: mejor persona, mejor hogar, mejor salud, mejores ingresos, mejor gobierno, mejor mundo.

En octubre de este año el Laboratorio de Ciencias de Límites Planetarios del Instituto de Potsdam (PIK) publicó la valoración correspondiente al 2025 en materia de salud planetaria, que se expresa en los equilibrios que debe mantener la tierra en 9 categorías, a saber:

Cambio climático; Integridad de la Biosfera (Biodiversidad); Cambio en el Uso del Suelo; Uso de Agua Dulce; Flujos Biogeoquímicos (Nitrógeno y Fósforo); Acidificación de los Océanos; Nuevas Entidades (Contaminación Química y Plástica); Capa de Ozono, y; Contaminación Atmosférica (Aerosoles).

De acuerdo con las investigaciones de este laboratorio científico, en el 2025 siete de estos límites aparecen como rebasados, uno más que en el informe previo. Tres de ellos aparecen marcados con alerta roja: Integridad de la Biósfera, Flujos Biogeoquímicos y Contaminación Química y Plástica (Nuevas entidades); uno más, Uso de Agua Dulce, mereció la marca de alerta naranja.

Sólo dos de estos nueve límites planetarios están ubicados en la zona verde, bajo la condición de aceptables y son Capa de Ozono y Contaminación Atmosférica. Uno de los límites superados, el de Cambio de Uso de Suelo ha generado preocupación por la rapidez con que avanza principalmente en naciones latinoamericanas como México, Bolivia, y la Amazonía peruana.

El informe destaca que las actividades humanas están llevando al sistema Tierra a una condición de grave riesgo para la sostenibilidad de la humanidad que podría desatar, como ya está ocurriendo, “cambios abruptos e irreversibles en el planeta”. Sin embargo, acota que aún estamos a tiempo para revertir los daños.

También existe una categorización de las responsabilidades, en donde países como Estados Unidos, China e Indía aparecen como los motores más destacados en la ruptura del límite de los Gases de Efecto Invernadero. Las naciones menos desarrolladas, en general, aparecen hasta ahora como agentes de menor impacto en la crisis climática.

Iniciaremos el 2026 con dos límites marcados en verde, Capa de Ozono y Contaminación Atmosférica. Para mantener el estado de estos indicadores, la actividad industrial y agrícola, grandes consumidores de energía fósil y agroquímicos, deberán operar reformas en el uso de dichas tecnologías y deberá apresurarse el cambio de energías fósiles, por energías verdes, de lo contrario, veremos cómo en los próximos años se rompen los dos límites que aún son sustentables.

La gran pregunta es ¿qué están haciendo los gobiernos de las naciones para revertir los indicadores negativos de los siete límites rotos? Si se toman como referencia los acuerdos de las últimas COP (Conferencia de las Partes, de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático), la respuesta es una mala noticia: no hay voluntad de los gobiernos para encarar este problema.

Resulta que sus economías están amarradas a las dinámicas energéticas, expansivas, invasivas y desreguladas que promueven la deforestación, el uso insostenible del agua y la degradación de la tierra.

En términos prácticos en materia de atención al cambio climático, en el 2025 no caminamos por la ruta adecuada. En el discurso y en el papel reconocimos la magnitud del problema y se esbozaron acuerdos que fueron signados, algunos, y otros fueron pospuestos. Pero, el problema sigue ahí, creciendo, rompiendo los límites planetarios.

Creo que en lugar de avanzar hacia la recuperación del equilibrio, en uno o dos de los límites rebasados estamos caminando para romper los dos que nos faltan. En materia de cambio climático el 2025 no fue un año de logros ni a nivel plantario, ni a nivel nacional. Como viene ocurriendo, los gobiernos del mundo siguen optando por aplazar la atención de la agenda correspondiente mientras siguen permitiendo que las actividades humanas continúen rompiendo los límites planetarios que nos aseguran la existencia como civilización.

Es paradójico, queremos la vida a costa de destruirla.